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Ciscu Giménez: "En las rocas no hay ni el 10% del pescado que había hace 46 años"

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Al Ciscu Giménez siempre le ha gustado el agua. Nació en Vilafranca del Penedès, però a Vilanova i la Geltrú, cuando se casó, de muy joven iba a hacer pulpos y cornetas en las rocas. En 1978 realizó el curso de submarinismo, hasta que entró en el SARC y se sacó todas las titulaciones. Le cautivó estar bajo el agua, disfrutar del silencio, sólo con el sonido de las burbujas y la soledad que se siente en el fondo del mar. Lleva 22 años socio del Club Náutico Vilanova.

El mejor que nadie conoce el fondo marino de Vilanova y la comarca, "después de más de 46 años echándome a los mismos fondos, puedo afirmar que no hay ni un 10% del pescado que había en las rocas. Sí que hay ha pez de tránsito, pero de lo que vive en las rocas queda muy poco. Me refiero a morenas, congrios, meros o bogavantes. Ahora mismo te tiras a los biotopos de Vilanova y parece un paisaje lunar", explica con tristeza Ciscu Giménez.
Cuando él empezó ya no se podía pescar, se inició la prohibición. Aun así él apunta a la sobreexplotación de la pesca y la contaminación como principales causas de esta reducción de especies. "Han desaparecido las gorgonias, un arbusto submarino, lo que reduce la diversidad. El fondo está lleno de anzuelos, redes, material de pesca diverso, colillas de cigarrillos, plásticos y de todo. Los pescadores dicen que parte de la contaminación proviene del emisario submarino. Recuerdo cuando empecé, realmente la depuradora lanzaba mucha basura, sin embargo, era fácil ver congrios como mi cuerpo. Ahora no hay nada", comenta resignado Giménez.

La resignación también llega por los motivos de la fotografía, "ahora con los compañeros de la Sección de Submarinismo nos dedicamos únicamente a fotografiar nudibranquios, seres milimétricos, que para encontrar uno o dos, te pasas toda la hora de inmersión ". Los compañeros de la sección bautizaron la piedra del Mas de l'Escarré, tal y como la conocían los pescadores, como la Barra 14, por el número de metros de profundidad y porque tiene una forma longitudinal, "hace más de 30 años habíamos hecho inmersión de noche, y era una pasada lo que podíamos llegar a ver de flora y fauna. Ahora vemos poco".

Ciscu Giménez considera que la inmersión no es una actividad peligrosa, "si sigues las normas, es muy difícil que te pase algo. Tienes que seguir las pautas de la velocidad, de subida y bajada, tener un buen control del ordenador y de el aire que te queda", explica que con 46 años de inmersiones no ha tenido ningún susto. "En la formación se enseña cómo sacar el agua de las gafas. Recuerdo un viaje que hice a Cuba, con mi mujer que sin saberlo tenía un agujero en las gafas. Nos las cambiamos, yo iba soplando con la nariz para ir sacando el agua, pero logré hacer la inmersión. Es muy importante no ponerse nervioso. Primero porque gastas aire. El submarinismo no es un deporte, es una actividad en la que la gracia es la flotabilidad neutra, si no te cansas", aconseja el submarinista. Para él lo complicado es saber la orientación al fondo del mar y no perder el posicionamiento de dónde está la barca. Las señales de GPS no penetran en el mar. "Nosotros atamos un cabo delgado de 300 metros en el ancla del barco", indica Ciscu Giménez.

Le gustan los mares tropicales para sumergirse, porque el agua está a 29 o 30 grados, aunque se baje a más de 20 metros, por lo que no es necesario llevar neopreno. Siempre que se va de vacaciones es para hacer submarinismo. Ha estado bastantes veces en Maldivas, donde ha visto de todo, incluido tiburones y mantas a pocos metros, incluso les ha tocado. Se ha sumergido por todo el mar Rojo y también ha estado en Bali y Filipinas donde se sumergió en una zona de barcos de la Segunda Guerra Mundial hundidos en el Pacífico. De Cataluña destaca por encima de todo las islas Medes, "el templo del submarinismo" tal y como él mismo lo define, pero también valora Llançà, Palamós, Palafrugell y Banyuls, aunque ya es Francia. "De jovencito íbamos a l'Ametlla de Mar, pero es hacer infantería, que en nuestra jerga, significa salir de la playa con todo el equipo, muy pesado para hacerlo a menudo ya cierta edad. Con la barca es más cómodo", comenta Ciscu Giménez.

Para nuestro entrevistado, mucha gente se quita la titulación, pero menos de una cuarta parte mantienen la afición al submarinismo. "Hay gente que les cuesta mucho completar la formación. Recuerdo la anécdota de una mujer que hizo los cursos porque su marido también lo hacía. Le costaba mucho respirar con el tubo, y entrenaba mientras lavaba los platos con el tubo puesto". Ciscu Giménez opina que por el futuro de la afición y por la ciudad de Vilanova i la Geltrú, una infraestructura como del Parque Submarino, que ha propuesto el Club Náutico Vilanova sería muy interesante. "Es evidente que Vilanova no es la Costa Brava. Ahora bien, yo sería más partidario de hundir un barco, que también se puede utilizar de biotopo y realizar itinerarios". La Sección de Submarinismo tiene 15 miembros activos regularmente, que realizan entre ocho y nueve salidas al año.